Pensé que no podría volver a dormir. Mis días no serían los mismos, mi vida acabaría con una sola frase. Me sentí perdida y sufrí mucho, lloré y grité un nombre al viento, sin saber que esa persona jamás respondería. Seguí caminando, buscando y viendo como los árboles, por más siniestros que parecieran, eran una bella compañía, pues era la única que tenía.
No podía seguir, mis piernas temblaban, el frío era insoportable. Al darme por vencida, llegó lo que quizá esperaba en verdad. No me di cuenta, sin embargo, ahí estaba frente a mí, a sólo unos pasos, a sólo unas palabras.
Había sentimientos, pensamientos que no me dejaban ver la realidad; todo empezó a nublarse, estaba borroso, pero aun así podía verlo. Poco a poco, entre más me acercaba hacia él, toda esa niebla se esfumó; esos monstruos ya no me seguían, me di cuenta de que no volverían a atormentar mis sueños.
Puedo ver que he salido de aquella niebla y volver a ver ese bosque, aunque lúgubre en sí, es hermoso. Y ahora por fin puedo verte junto a mí.
-Danielle-
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